jueves, 25 de noviembre de 2010

Inmóviles

Después de cada duda, has logrado desnudar mis ojos de tal manera que es imposible esconderme. Derribaste con tu tacto, muros construidos por ambiciones del orgullo. Sólo tu sonrisa me sacó de un surco repleto de "quizás". Hechizo de tus caricias, en tus palabras y silencio.
¿Recuerdas aquella canción? La que escuchamos esa noche, tan llena de preguntas e inseguridades... Me recuerda a ti, la escucho diario, la pienso, la pinto con mis manos en tu pelo cuando estoy contigo. Ya no he sentido eso, sí eso, lo que me evitaba tenerte cerca; retraída por años dentro de un espejo de temores. He regresado a ser quien añoraba que conocieres, tímida, sensible y muerta de miedo. Temerosa de ti y de tu perfección, de ser poco merecedora, de ser muy poco, de perderte.
Pero esos ojos, tal profundidad de mirada ha calmado la tempestad. El frío, común de tus manos, esclarece los impulsos sofocantes de inseguridad. Forjas en mi vida, pasos nuevos, y en tus labios encontré la virtud de las palabras correctas en mi garganta; poesía frágil.
Desde la sombra a mi medio día, hasta el cabello de luna a tu media noche, me recorres por la mente, por el cuerpo, de la sonrisa hasta mis mareos inoportunos por no haber comido, por falta de ti en realidad. De mis venas surgen tus misterios encantadores que habitan en mi todo el tiempo.
¿Dudas? Quizás, pero no las de siempre. Preguntas de un mañana irrelevante que cuando compartimos un mismo cielo, ya no importan. Estar frente a frente, sin nada que decir, con ese instante inmóvil permanente en el recuerdo. Tan sólo para decirte con mis manos, con mi cuerpo, regalarte esa mirada y quitarte la idea de que un día me marcharé.

jueves, 21 de octubre de 2010

Amantes

Se detuvo un instante a contemplarla. Jamás había percatado su belleza tan de cerca. En ese instante comprendió, la fugacidad de sus encuentros. El desapego con ella la había llevado a no inmutarse, desde hacía ya mucho tiempo, con aquella luz.
Permanecieron quietas, la una viendo a la otra, sin pálabra alguna. Eran palabras de amor pronunciadas por aquellos que callan. Era esa descarga eléctrica entre ambas la que la hizo suspirar.
Luces que tienen sabor a octubre, las más hermosas del año. Después de contemplarla en ese instante, que pareciera eterno, concibió las luces y el movimiento de la ciudad, tenía que regresar a casa. No sin antes despedirse de su amante, la luna.

domingo, 10 de octubre de 2010

La libertad es definida como la capacidad de obrar de una manera u otra, sin que algún factor externo ejerza presión sobre nuestros actos.
¿Quién en realidad es libre? Estando atado a ciudades y destinos, amores y desamores. ¿Cuántos de nosotros habremos querido decir adiós sin mantener un lindo lazo a la distancia? Un fuego que eventualmente renacerá entre las brasas. Quemando promesas, sin querer fallar, sin poder huir. Esperando decepciones, desertores de proyectos.
He decidido la mitad de mi vida a base de sueños, ajenos la mayor parte del tiempo. Habiendo comprado mi libertad en una ciudad lejana, una inversión bastante verosímil a los ojos del extraño, pero bastante ficticia cuando la tengo de frente.
He creído abandonar mis ataduras forjadas en años, vendiéndome la idea de que no pertenezco; quizás ya no lo haga. Sin embargo regreso gustosa a esa ausencia de libertad, a este rompecabezas en el cual ya no encajo. Ya no encajo, pero busco y busco la manera de hacerlo, algunos lo llaman sentido de pertenencia, yo temo llamarlo hogar.
Lamentablemente aquel pasado del que huyo, me acoje en brazos cálidos de sus días, de sus calles atestadas de los mismos pasos, de rutinas y caras familiares. Hay veces que me recibe con un cálido aire de bienvenida, otras veces que ni siquiera se percata de mi larga ausencia.

Este lugar, frío, áspero, sin memoria. Al que a veces llamo hogar, al que a veces entierro en el olvido. Afirmo y me repito mil veces que me ha estado sofocando esa libertad que por tanto tiempo ansiosa añoraba. Temo afirmar, que al regresar a mi hogar, es la única manera de sentirme libre.
Con mi gente, a veces distante, pero mía. Con sus colores, opacos en ocasiones, pero presentes. Con su clima, a veces gélido, pero hogareño. Con su soledad, a veces tímida, pero recomfortante.

Sí, aqui y allá, siempre perteneciendo a donde mis pies van. Dejando un poco de mi, en corazones que quieran acogerme, memorias que quieran recordarme y manos que quieran conservarme.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Confesiones en carretrera.

Anoche, tras un día en el campo y de regreso en carretera, nos detuvimos a hablar, tus padres se bajaron del auto y sólo nos quedamos los tres.
Tenías esa mirada, la de siempre, la que extraño, brillante, de añoranza, de posible amor. Es una lástima que no me estuveises viendo a mí. Tenías esa sonrirsa, incrustada en sus palabras, repleta de "quizás", roja de emoción.
Yo, como expectador de tu nuevo amor. Con el corazón destrozado, confundido, perplejo; lo veo a él, sabiendo que te dará lo que yo no pude, envidiandolo, careciendo de simpatía por él, a pesar de saber que puede ser el que te haga feliz.
Tanto él como yo escuchamos tu silencio. Puede que él piense que estás indecisa, que no lo aceptarás, que tienes tus dudas, que no lo quieres, pero no te conoce como yo. Yo supe que esa mirada no es de todos los días, a leguas se notaba la conmoción que te causan sus palabras, sus manos, sus caricias. Yo sé que puede que estés indecisa, pero es más por miedo que por déficit de cariño. Demasiado bueno para ser verdad. ¿Quién te garantiza que no será como todos (incluyéndome) que te hirieron con desencanto, inestabilidad y frustración? Tienes miedo de caer de nuevo en el encanto del que estás apenas saliendo.
No lo sé, pero ayer bajo la lluvia, fue muy convincente. Creo que su tartamudeo, su delicadeza y sus antenciones contigo fueron suficientemente sinceras y a pesar de que me torture el hecho de no saberte mía, creo que eso es lo que buscas. Tu felicidad se puede ver reflejada en él, calla esos instintos que te dicen que te detengas; escucha a tu corazón latir cuando lo ves.

Seguimos el trayecto sin decir una palabra los tres. Tu madre repetía persistentemente palabras que me dolerían demasiado, él intentaba llamar tu atención, por mi cabeza cruzaban infinidad de episodios, ¿y tú? No lo sé, no podía verte a los ojos. Probablemente te preguntabas qué tanto me decía tu mamá, quizás pensabas en él y en su futuro, quizás pensabas en mí y en nuestro pasado.

Lluvia incesable golpeando los vidrios del auto, luces de una ciudad ajena, canción llena de memorias en la radio: Confesiones en carretrera.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Amor lejano

Quizás esto de la ambiguedad entre nosotros me tenga un poco ansiosa. Extraño aquellos casuales encuentros furtivos en tu casa. De los que nadie se enteraba, sólo tú, yo y tus muebles.
Quedarnos en silencio abrazados, escuchando tu respiración en mi cabello y las ansias de tu boca por encontrar la mía.
No quiere decir que todo este esfuerzo por sacarte de mi vida haya sido en vano,
es simplemente la sensación de añoranza que viene en nuestro kit de naturaleza humana.
Te pienso a diario, te pienso bien y te pienso mal, te extraño y te repudio.
Me eres indiferente y me eres todo, sea lo que sea, eventualmente y sin mi consentimiento, estás presente.
Tengo de mi lado la distancia, dos cuidades que han ido enajenandose cada vez más en sí mismas, pueden ser kilómetros y horas si quiero, pueden ser tan sólo minutos si quisieras.
Si pudiera verte de nuevo, tan sólo lo haría para guardar una última imagen tuya, una poco merecedora de mí y así estar tranquila con mi abandono. Te dejo un par de años míos y fragmentos de esta perecedera memoria, para que los atesores o los envicies como quieras. Son tuyos.
En unos años, cuando tus pasos de nuevo coincidan con los míos, tú tendrás aún presente esa astilla que dejé en ti inconclusa. Sin embargo, esta piel mía, alguna vez rociada con los perfumes de tu amor, habrá disipado por nuevos aires ese aroma y de ti sólo quedara la vaga idea de lo que fuiste, lo que nunca llegaste a ser.

martes, 21 de septiembre de 2010

Abriendo el grifo del corazón

Han sido noches pesadas, ausentes. Carentes del calor de tu presencia.
En palabras se me ha ido la vida y tú no has hecho mas que ensordecer ante ellas,
me has dicho infinidad de ocasiones, sucesos nuevos de tu vida que no necesito saber.
Que no quiero.
La distancia nos ha jugado un juego de indesición, me has extrañado y te has hartado de mi en la misma semana. Yo siempre te extraño.
En miradas tímidas has hablado con palabras del pasado, he caído en tus besos en ocasiones recientes y me he dejado llevar por arrebatos de mi inverosímil locura. Y tu dejas de quererme las semanas siguientes, dejas de buscarme y abrazarme, varada en la trancisión incompelta de tu ausencia.
Me dejas sola, me compañas siempre. Me hablas de tus amores, me acaricias con el tuyo. Me quitas la respiración y me dejas esperando. Había logrado comprender el sabor de tus palabras, sin embargo estas semanas me has hecho creer que es mentira. Sin embargo, me ha sido imposible descifrar, cuándo me amas de evrdad y cuándo lo haces por inercia. Movimiento que parece antecedido por tu historial conmigo.

Torbellino de ideas que acompañadas por tu imagen preceden a la sonrisa inerperada de la noche; así mismo la lágrima que vierte sobre la luna el espejo de tu imagen. Palabras derrochantes de sentimiento que han de liberarme de la congestión que tengo de ti.

jueves, 16 de septiembre de 2010

"Míranos aquí diciendo adiós"

Hace un par de días alguien me dijo "Tú eres la única que sigue siendo amiga de sus ex novios".
Se me hace difícil aceptar ésto como una crítica negativa. Nunca he considerado necesario cortar de mi vida a nadie, siempre he pensado que me hace más daño a mí tener ese tipo de sentimientos negativos.
Tú, me has hecho cambiar de opinión. Pero no te des tanta importancia, no ha sido una sorpresa encontrarme con esa persona que me negaba a creer que eras. Todos me lo advirtieron y no escuché, fielmente esperaba que fuera una máscara, pero que conmigo eras real, sincero. Quizás tus ojos aprendieron a mentir muy bien o nunca los vi sinceros.
Yo no tengo nada contra ella, no, en realidad le deseo suerte contigo y que aprenda a conocerte y comprenderte como yo nunca lo logré; por que sólo puedes abrirte con alguien. Nunca supe a que tanto le tenías miedo, histeria y alucine.

Un hecho es, que el que no me hables, sólo demustra que lo que hiciste estuvo mal y tú lo sabes, lo sabes mejor que nadie y temes que te haga ver tu error. De mí no escucharás un reclamo, una súplica, ni un regaño; simplemente no escucharás nada. y cuando extrañes el sonido de mi voz, sólo recuerda que me dejaste ir y ten por seguro que esta vez no voy a regresar.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Hoy te extrañe más que siempre.

Hoy te extrañe más que siempre. Entre palabras con los tuyos, te toqué, te pensé, te escribí. Añoré esos días lluviosos contigo, aquellos erosionados por la distancia, el espacio.

No debería de estar escribiendo esto, no te lo mereces, yo sé que si te sigo buscando, no podremos seguir con nuestras vidas, esta nueva experiencia que es la universidad. Pero hoy te extrañé, mucho y más que siempre, te quería tener cerca, verte de frente y decirte lo que nunca me atreví. No te voy a decir que te necesito, pues me ha ido bastante bien con eso de las tres comidas al día, pero me he sentido mal, vacía, sin ti.
Te busco y no te encuentro en las páginas de mis días, en los versos de mis sueños. Te busco y no te encuentro, me siento fría. Me habías dado ese calor del que siempre carecía.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Lejos

Hoy estás presente.
No estás aqui, y aquí te encuentro.
Los silencios te mencionan
y en palabras no te siento.
Presente, hoy tú estás,
en mis lágrimas y sosiegos.
Ciega de tus ojos,
sorda de tus versos.
Te encuentro aquí
y tu te encuentras lejos.

martes, 31 de agosto de 2010

Sigues inconclusa aquí dentro

Es difícil escribir esto, no se siquiera por qué lo estoy haciendo, pero sabiendo a la vida tan corta y a la muerte tan pronta, quisiera saber y que supieras esta historia.
Hubo tantos cabos sin atar, un capítulo inconcluso que juraría que el tiempo haría el tabajo de escribir la línea final, pero no lo hizo. Sigo esperando el día en que todas esas palabras tengan coherencia, que me mires a los ojos y pongas final al cuento que vivimos, en el cual seguimos atrapadas.
No sabría decirte si fue falta de amor, de paciencia, de consuelo, por la cual me engañaste. ¿Fue un engaño? No estoy segura de saber cúales de tus palabras eran verdad o eran costumbre; si a la fecha no te creo, perdóname, pero me has acostumbrado a tus mentiras.
¿Por qué fue, Si no por desamor, desesperación o desengaño? Si tus ojos me suplicaban confianza y miraban por otro camino, y tu aliento, ese aliento que plantaba las semillas de la eternidad, sobre mi aire y mis latidos, dejo de soplar cuando otros labios le miraron.
Nunca lo supe, hoy en día me he quedado varada en la inmensidad de posibilidades, todas estas teorías refutadas por tu silencio, tu indiferencia. ¿Qué acaso a ti te dejó de importar? Quizás nunca le diste la magnitud que yo le sigo dando. Esta incertidumbre de realidades, de hechos; me ha tenido pensativa esta última semana, siempre.
Si te pído un día, tan solo 24 horas para escuchar tu versión; ¿Me la contarías? Estaría encantada de leerte, descubrirte, desnudarte, y que tus labios no me den explicaciones, mas que tu alma mire en silencio y surja la verdad.
No pretendo regresiones, epifanías, recuerdos, ni sincretísmos; ese amor quedó desvanecido en las heridas. Pero exijo claridad, me temo que eres la única que puede concederme esa lucidez.
Dime que cruzaba por tu mente esos años, estos meses labrados en mi memoria, quizas puedas pulir mi recuerdo de ti, de nosotras. Así te pido que me concedas tus palabras, no para juzgar, si no para entender; y que después de 2 años y cuatro meses logre concebir tus ideas, tocarlas, sentirlas, sentirte, sentirme en ti. Dame el privilegio de terminar nuestra historia y que la linea final nos llene, a amabas, de alivio para respirar la vida de nuevo.

jueves, 26 de agosto de 2010

Quítame el impulso de ti

Mujer, aleja esas manos de las mías,
que suelen no responder
cuando les pido que se detengan.
Quizás si quiero tocarte,
no lo sé; déjame con la duda,
déjame sola. Que tus ojos,
no toque siquiera un instante
el reflejo de este deseo.
Mis fantasías contigo, me alimentan
lo suficiente como para tenerte
lejos, muy lejos de estas manos.
Que los ocasionales roces,
no sean ni eso, suficiente tengo
en casa. No hay que complicar las cosas
aquí, la nueva ciudad.
Tuya, mía, de todos.

Haz que tu cuerpo, el mismo polo,
repela al mío, así no caer en este vicio
llamado esperanza.

domingo, 25 de julio de 2010

Once again you found out the way to break my heart...

Todo se sintió tan bien cuando ella dijo "Ya soy una más de ellas", pues significaba que todo sentimiento ajeno a esa amistad había quedado atrás. Podía sentirme cómoda junto a ella sabiendo que ninguna de las dos haría algo estúpido, mucho menos esa noche. Sentía recomfortante el hecho de que un beso no significara nada más que un hecho de confianza extrema, que esa noche nos expresamos todas sin inhibiciones.
Sí, esa noche pense que sería diferente a todas las pasadas, sentía que la amistad había alcanzado cierta cúspide y que en su defecto no nos dejaríamos llevar por actos simples basados en lujuria.
La noche transcurrió y tomé responsabilidad de cinco personas cuyas vidas son tan importantes como la vida propia. Entre todas, ella perdida y confundida respecto hacia donde iba y de donde ha venido, comenzó a retomar un tema olvidado por mí hacía bastantes meses; fue obvia mi reacción en evitar el tema y decir que todo había sido perdonado a su debido tiempo, y así había sido.
Insistió en tocar el tema, pero las palabras ya no eran necesarias; comencé a notar las señales que siempre me daban pauta para intenciones secundarias y como siempre culpé a mi excesiva imaginación de malinterpretarlas.
Era ya pasada la media noche y decidimos que teníamos que dormir antes de que el amanecer nos alcanzara. Ella tan sólo dejaba que yo le asistiera en cosas que despues de cierto número de copas nos perecen un poco díficiles de realizar, pero algo en mí sabía que sus manos no estaban en los lugares comunes; de neuvo, lo ignoré.
Fue hasta que recostadas en una noche fría y casa ajena, su necesidad de calor humano la llevó a tardíamente caer en la rutina de estar en esa misma situación. Mis manos en un comienzo dudaron, se resistían a caer de nuevo en un vicio que años atrás pareció insuperable; pero al final, cedí. Caí en la tentación que parecía tan olvidada, pero el cuerpo es debil, algunos dicen. Así unos cuantos momentos más de calor entre ambas, hasta notar que sus intenciones eran las mismas que las veces pasadas, pura satisfacción física.
De inmediato me vino a la mente el nombre de la mujer que decía amar, y salí corriendo de esa realidad. No podía dejar de pensar en lo que había hecho, ni en la confianza que había traicionado; día atrás había cuestionado la confianza ciega que mi nuevo amor me tenía, supongo que tenía razones para dudar de mí.
No logré escuchar a las 4 de la madrugada todas las disculpas ni excusas que ella me decía, no podía dejar de pensar en cómo le diría a la mujer de mis sueños que de nuevo le había roto el corazón o por lo menos pronto lo haría.
No podía comprender de que me había perdido, pues hasta lo último que registré tan sólo eramos amigas, y ya nunca debía pasar lo que esa noche pasó. Me sentí traicionada, pero era algo que no podía expresar; ella necesitaba mi amistad, y fue tan sólo un segundo de arrebato, después me controlé.

Durante el amanecer no pude conciliar el sueño, eran demasiadas cosas por asimilar. Sólo me quedaba pretender que nunca pasó con una, y asumir mi responsabilidad con la otra; sabía que mi amor era tan grande que no pretendía ocultarle así, sólo le dejaría la oportunidad de perdonarme, de nuevo.

Sin embargo, la que quedó exonerada de mis actos, sigue ahí como si nada hubiese pasado, habiéndome roto el corazón una vez más antes de partir.

sábado, 17 de julio de 2010

Para bien o para mal, por siempre!

Uno se da cuenta de ciertas cosas en las situaciones más inesperadas. Hace cuatro días ansiaba salir de la ciudad y no pensar en nada más que en mí. Decidí mentirle a mi madre con respecto a donde iba y acepté una invitación que jamás creí recibir, alejarme de la ciudad parecía una buena idea y sobre mi conciencia tomé el primer autobús que me llevara lejos.
Llegando a mi destino comencé a recapacitar sobre mi inconciencia y por momentos la duda me arrastraba a querer regresar, pero era demasiado tarde. Cuando una camioneta oscura se acercó a mí y en su interior vi a una persona conocida, el miedo pareció desvanecerse,-Ya estoy aqui- pensé y sabía que a esas alturas arrepentirme no iba a servir de nada.
Debo admitir que la primera noche fue difícil, era una situación fuera de mi zona de seguridad que me llevaba a relacionarme con personas adultas desconocidas o que con anterioridad me habían guardado algún tipo de rencor por situaciones mal entendidas. Las manos me sudaban, y sentía que la ansiedad subia por mi pecho cada vez que respiraba esos aires para mí desconocidos. Después de unos momentos de conocer el centro de la pintoresca ciudad, que me recordaba al pueblo de mi padre, llegamos a la casa en donde permanecería las siguientes 3 noches.
La cabeza aún me parecía flotar en un cierto desconcierto de lo surreal en la situación, fue hasta que ella, la que mucho tiempo adoré, detesté, reproché, me le entregué, le discutí y confundí de muchas maneras, portaba un regalo que yo le había obsequiado tiempo atrás. Fue reconfortante saber que lo utilizaría frente de mí sin que se le cruzara por la cabeza que yo lo malinterpretaría; no, ya nunca de esa manera, sencillamente me llenó de satisfacción que fuera de su agrado.
De ese instante en adelante supe que no había por que tener miedo, personas a las que tanto tiempo les había tenido miedo me habían abierto las puertas de su casa y hacía meses atrás que se habían dado la oportunidad de conocerme. Tenia la confianza en mí misma para saber que era sufucientemente buena persona como para convencerlos de aquello, y mucho más importante convencerlos que que su hija también era mi adoración.
Basta decir que pasamos buenos momentos junto al acogedor arrebato del fuego que subía por el ladrillo rojo de la chimenea. Riendo y escuchando anécdotas inverosímiles de nuestras vidas. Así fueron tres de los cuatro días que sencillamente disfrute en el campo con la luz de las luciernagas impregnadas en los ojos y las noches estrelladas latiendo entre mis sueños.
Era difícil pensar que ella no se acordase de mí con un cielo tan estrellado, pero la idea sólo me pasó una vez por la cabeza, despues descubrí que ya no tenía importancia.
No podía pedir más, estaba vivendo lo que con muchas ansias había esperado hace meses, la aprobación de las únicas dos personas de las que me importaba su opinión.
Hace unas cuantas horas, antes de partir de regreso a mi realidad, con mi futuro en incertidumbre a la vuelta de la esquina, aquella aprobación tan esperada fue expresada en palabras; sin embargo al escucharlo, me quede sin ellas, pues fue tal la conmoción que lo único que pude hacer fue sonreír.
Al cabo de un rato partí a la que podría llamarse mi tierra y en el asiento trasero del taxi al que me subí, comencé a observar mi reflejo en el espejo retrovisor y noté que las lágrimas comenzaban a correr por mi rostró.
Era tal mi alegría que no podía contenerme y las palabras prometedoras de una amistad duradera me conmocionaron al punto de no poder más.
En ese instante comprendí, por que ella y yo habíamos atravesado incontables momentos, buenos, malos, terribles e increíbles, por que a pesar de lo duro que ha sido superarlos, juntas lo hemos hecho y cada prueba que se le ha puesto a la hermandad que hoy compartimos ha sido exitosamente aprendida y comprendida.

Si algo he apendido en esta última semana es que el rencor es un juicio mal elaborado. No voy a negar que yo también tenía cierto tipo de rencor a esa familia por haberme juzgado mal en un principio, pero hoy he descubierto nuevas facetas de sus vidas, que me llevan a entender las decisiones que hicieron respecto a mí a su debido tiempo. Lo importante ahora, es que su hija, mi adoración de muchos años atrás, se ha convertido en mi hermana y tengo la seguridad de que así seguirá siendo hasta la eternidad; por todo ese tiempo les estaré agradecida por haberla creado y por haberme dejado entrar en sus vidas.

Al final de todo, la eternidad si estuvo hecha para nosotras, simplemente no de la misma forma que habíamos previsto.

jueves, 24 de junio de 2010

Rumbos nuevos

Es extraño escribir para nadie, saber que las sólo son palabras que no saldrán de otras bocas que no sean la mía. Sin embargo, qué otro sentido tiene el escribir si no es para uno mismo? Poca es la necesidad que tengo de que la gente se entere por medios ajenos a mí de lo que siento. Sin embargo sigo publicando mis delirios en páginas públicas esperando recibir un elogio falso.
Creo que es hora de regresar a mis costumbres de escribir lejos de un posible público y que mis sentimientos sigan siendo míos y de nadie más. Quizás abandone esta página por un buen tiempo igual como hice con todas las demás que me consumían. He estado en un estado vegetativo desde que conocí este mundo tan irreal y me he alejado de todo lo que amo ser, hacer y estar. La realidad no puede ser tan mala si alguna vez la viví con tanta euforia.
Esto es un adiós, no sé que tanto duré; mañana mismo podría arrepentirme y regresar a esta adicción. Pero confío en mi voluntad y sé que estos rumbos estarán abandonados hasta nuevo aviso.

Tomo un lápiz y papel y me dirijo a seguir escribiendo a solas.

lunes, 21 de junio de 2010

En qué momento pasó, que me cautivaste?

¿Cómo le hiciste? Que después de años de tener una coraza impenetrable de orgullo llegaste a tocar mi corazón, para hechizarlo de una manera que pocos han hecho. El revoloteo ha regresado después de haber emigrado de un largo, largo invierno dentro de mí. De un día a otro todo el miedo que me habitaba desvaneció en una brisa de esperanza, que me sacó a brote una sonrisa que llevaba oculta día tras día hasta que te encontré; Y el frío que me ocasionaba la soledad, se fue aclimatando con tu presencia.
Cada detalle junto a ti, cada recuerdo, cada sonrisa, despertar con tu recuerdo, dormir abrazada de tu mirada, sentir tus brazos a la distancia, todo me ha llevado a vivir como nunca lo había hecho, viviendo la locura que este amor tanto me provoca. Una locura que me hace sentir que vivo los días que tanto añoré pero que tanto temí que nunca llegarían; al fin tus besos me los han traído esperando que nunca se acaben.
Me duele pensar que inevitablemente tendrán un destino fatal, pero prefiero sentir esto que me enciende unos días más a no haberlo sentido nunca. Si algún día te veo de nuevo, el intento habrá quedad implícito, pues valor nunca nos falto para pasar estos últimos días juntas. Si alguna vez vuelves a mirarme a los ojos, podrás ver que en realidad aliviaste mi alma y una nueva oportunidad de ver el mundo con diferentes ojos me otorgaste para el resto de mi vida.
Por esto y más, aunque desaparezca de tus rumbos, quiero que sepas que por ti reviví; de aquella muerte en vida a la que se llega por falta de amor. Consciente serás de mi mirada fiel cuando te diga estas palabras, consciente estarás del giro que aplicó radicalidad a mi vida, para sonreír de nuevo para amar una vez más.

lunes, 14 de junio de 2010

Eras…

¿Recuerdas aquel día? Fue un 19 de octubre de hace dos años. Era una tarde lluviosa y nos dirigíamos a un concierto. Había pasado medio año lleno de disputas y tensiones entre las dos, así que el ambiente se sentía ciertamente tenso e inclusive incómodo; si no hubiera habido un individuo mediador, no sé cómo hubiera resultado la velada en general. Íbamos en el auto de tus padres, mi silencio era notable y vagamente te dirigía la mirada. Por fin llegamos y comenzaste a actuar como lo habías hecho unos meses atrás, como la confusión comenzó a surgir, pero estaba acostumbrada y ese día estaba decidida a ignorar por completo señales ajenas a la realidad. La noche transcurrió con una serie de eventos que no podía pasar por alto, que demostraban cierto afecto más que fraternal hacia mí. Cada detalle lo recordé con precisión durante los dos años siguientes.
Ese día nos enamoramos, pues cuando tomaste de mi mano bajo la lluvia mientras escuchábamos la descripción de nuestro amor en bocas ajenas, con ritmo de canción, ambas sabíamos que era nuestro momento. Un instante que atesoraríamos por el resto de nuestras vidas y que con tan sólo una palabra describiera la explosión que se sintió en mi pecho durante cuatro minutos. Fue hasta hace no más de una semana que aún atesoraba ese único recuerdo verídico, pues creo que fue lo único puro en una tan destructiva relación; ese instante, con luces rojas neón de fondo y los pies adormecidos, la lluvia en nuestras caras.
Todo ese recuerdo se borró un día también lluvioso, iba de camino a un mismo concierto, sola. Llegaría a encontrarme con alguien ajeno a la situación, esa noche tocarían el mismo repertorio que ese 19 de octubre. Fue entonces que empezaron las luces rojas, cerré los ojos con la esperanza de sentirte cerca; sin embargo sentía una tierna brisa sobre mis párpados y frío, mucho frío. Y con esa frase, que habíamos atesorado tanto tiempo, comenzó a llover. Lluvia que me llenó de cierta energía; calor, y con el reflejo de las luces la noche parecía un tanto mágica. Fue bastante liberador saber que no estabas, que por fin después de tanto tiempo de tortura podía mojarme sin sentir frío y sonreír con una canción que tanto tiempo me hizo llorar.

"Mi salvación, mi esperanza y mi fe"… Sí, eso eras para mí.

domingo, 6 de junio de 2010

Me espera algo mejor…

Al fin, después de esperar un año, cuatro meses y veinticinco días comprendí. La respuesta siempre estuvo tan presente como tú, pero quizás no quería verla por lo cegada que me tenía tu tierna sonrisa y tus profundos ojos, siempre culpándome a mí misma de lo sucedido. No lograba comprender como el amor que te tenía no era lo suficientemente fuerte para que te quedaras a mi lado, -¿Qué más le puedo dar?- me preguntaba una y otra vez hasta que mi cabeza daba vueltas interminablemente en un estado de locura. Parecía que nunca era suficiente y yo te seguía ofreciendo mi vida entera para que te quedaras, sin embargo, siempre había influencia de terceros que tomabas como excusa para dejarme esperar un poco más, siempre era tan sólo un poco más. Así pasaron los meses a tu lado sin tenerte, pensando en que más pude haber hecho para que fueras feliz; nunca encontré la respuesta claro está. Después pasaron sucesos que prefiero enterrar en lo más recóndito de mi memoria, pues aún así duelen demasiado; pero a pesar de que las heridas fueron curando periódicamente y cada vez en mayor magnitud, siempre existió la duda en mí. Jamás dejé de preguntarme por qué lo nuestro no sucedió como lo tenía en mente, por qué nunca viajamos juntas a la cuidad prometida en donde las estrellas parecieran eternas, por qué nuestro amor nunca fue eterno como juramos infinidad de veces; no lo entendía.
Pero por fin, hoy en una catarsis que intento llevar acabo de dos años para acá, he visto detalles que no parecían tan obvios en esos recuerdos maravillosos, sí, probablemente sólo recordaba lo bueno de nuestra corta pero increíblemente significativa relación. Detalles que me daban señales de que algo iba mal y no precisamente por mi culpa ni la tuya; sencillamente así siempre has actuado y me temo que no cambiarás, ilusa yo pensar que por mí lo intentarías.

Hoy descubrí un mundo entero de respuestas, tan añoradas en este tiempo de incertidumbre. No te necesito, creo innecesaria la dependencia que te tenía, ¿cómo pude estar encadenada a alguien que tiene suficientes ataduras por sí misma? No hubiera podido huir contigo, pues estar atada a tu familia y tu ciudad; ni hubiese podido hacer un sinfín de cosas ilegales por tu miedo al castigo; sin hablar de las cosas inconscientes que uno hace como adolescente de las que me hubiera perdido por cuidar de ti. Siempre me he dicho ser una persona libre, pues he vivido como muchos nunca lo harán. En cambio tú que te has entregado fielmente al seguir correctamente todo lo que te ordenan, me hubieras robado involuntariamente ese aire que me lleva a querer experimentar, sin embargo ambas sabíamos que hubiera renunciado a todo eso por ti y tu rutina. Tanto tiempo pensé que eras el amor que me duraría toda la vida; pero sin ti la vida se convierte ahora en mi gran amor. Ahora entiendo por qué la eternidad no sirve para nosotras, porque el destino tiene algo mucho más grande para mí que esta ciudad y que tú.

domingo, 30 de mayo de 2010

Nothing's gonna change my world

Word are flowing out like endless rain into a paper cup...

Escuchando a los Beatles y tomando un poco de café junto a la ventana, me surgieron unas ganas irrevocables de escribir. Tomando el lápiz realmente no comenzaron a fluir las palabras como hubiera deseado, pues he estado sumamente distraída estos días. No se si tenga algo que ver mi contante dolor de cabeza y mis mareos repentinos, pero más bien es por mi falta de productividad. Todo el día me paso leyendo o simplemente haciendo nada, junto a mi ventana, que ha pasado de estar llena de polvo a ser mi lugar favorito al atardecer. Tanto tiempo disperso parece pasar eternamente y yo sin poder concebirlo en nada útil, solo vagos pensamientos, a veces útiles, a veces desechables.
Muchos de esos pensamientos pasajeros serían útiles para escribir algo decente de vez en cuando, pero mi memoria no es aliada en cuanto a escribir respecta, las ideas son tan fugaces que después del suspiro de un cigarro ya no están cerca. La noche me alcanzó como lo ha hecho durante las semanas anteriores, y no consigo saciar esta sed de desahogar. Vaciar este cuerpo de pesnamientos y sentimientos, que se han mezclado últimemente que por eso las palabras no salen, no puedo escribir algo que desconozco. Simplemente hay evces que pienso perder la cordura.

Mi consuelo?, Aún tengo demasiada vida para derrochar mis palabras. Quizas no sea la indicada ahora, para llenar expectativas de grandeza, pues no cuento con ningún tipo de habilidad innata de la que pueda presumir; pero algún día llegaré a definir mi caos, con palabras que quizas quieran o no leer.
¿Qué más da? Seguiré escribiendo hasta la eternidad!
Nothing's gonna change my world...

sábado, 29 de mayo de 2010

Espérame sentada, necesitada soledad.

Se han estado enfocando en la persona equivocada, como lo han hecho toda su vida. Es ridículo pensar que él podría tener cualquier clase de adicción, simplemente es una enfermedad que se cura con los años, una de las que no hacen daño. En un par de años él entenderá que lo que hoy ve por diversión pierde sentido, es tan sólo parte de su juventud. Sin embargo no han notado que yo también vivo. Sí, y creo de las pocas veces que se percatan es cuando llego ahogada en penas, a punto de morir por estragos de cualquier sustancia; sí solamente así recuerdan haberme dado la vida. Pero han sido pocas, pues ustedes no se han enterado de la mitad de las veces que termino inconsciente en un rincón abandonado, he tenido suerte de tener personas a los que les importa, nunca a ustedes. No lo envidio, sinceramente a él lo idolatro más que a nadie, pero hay veces que no logro entender que ha hecho mejor; privilegios implícitos por antigüedad.
Irónico que ofrezcan ayuda, cuando la mitad de mis pesares vienen de debajo de su techo, no se han dado cuenta que hacen menos daño al estar lejos; pero nunca lo han hecho, jamás infieren nada. Sí, por mí si habría que preocuparse; que he encontrado un falso refugio en distintas experiencias ilegales, casi letales para alguien de mi edad. Quizás salga de esto sola, como siempre lo he hecho, sin ese par de pilares que siempre le ofrecieron a él mas no a mí. En poco tiempo ya no tendré que soportar ciertas presiones no correspondidas, que me afectaban por el simple hecho de respirarlas todos los días, saldré adelante acompañada de mi siempre fiel soledad.
No me molesta, la soledad se ha convertido en costumbre y me he comenzado a enamorar de ella.

viernes, 28 de mayo de 2010

Sin embargo, aquí sigo…

Odio extrañarte, odio ver el teléfono y que tu nombre lleve meses sin aparecer en la pantalla, odio que me llames solo para pedirme un favor, odio emocionarme cuando eventualmente me marcas, odio pensar que cada mensaje es tuyo, odio tu nombre, odio tus cartas aunque sean pocas, odio tu imagen y las fotos que tenemos, odio saberme tu número de memoria cuando marco y cuelgo sin razón, odio hablar contigo, odio no escuchar de ti en varios días, odio que me abraces, odio que me hables fríamente, odio tus sonrisas, odio que no me mires a los ojos, odio que me tomes de la mano, odio que no me tomes en cuenta, odio que me llames llorando, odio que no lo hagas, odio que confíes en mí, odio que me cuentes tus secretos, odio tus besos que ya no he probado en mucho tiempo, odio recordar los buenos tiempos, odio recordarte a ti, odio que ya no te acuerdes de todo lo que vivimos, odio que me recuerdas que estuvimos juntas, odio haberte perdonado, odio que no lo recuerdes, odio que peinses que me mereces, odio demostrarte que lo haces, odio que me golpees, odio que esa sea la única forma de demostrarme cariño, odio tus caricias, odio tu cabello y los miles de colores por los que ha pasado, odio la manera en que tu olor me hipnotiza, odio lo bien que te vez con el cabello suelto, odio tu estúpido perfume, odio que no puedas decirme cumplidos, odio cuando me llamas amor sin razón, odio que no sabes decir gracias, odio que aún así sigo diciéndote palabras lindas, odio tu falta de modestia, odio que todo lo que te digo sea cierto, odio pensar que eres hermosa, odio que no sepas que me encantas, odio que pienses que aún tienes cierto efecto en mi, odio que me encanten tus piernas, odio que disfrutes enseñarme tu cuerpo sin pudor, odio que cada canción me recuerde a ti, odio que ninguna de nuestras canciones me haga pasar por tu cabeza, odio escribir para ti, odio saber que nunca lo leerás, odio desperdiciar mis noches contigo en la cabeza, odio saber que tus noches libres de mi están, odio saberte tan cerca y quererte tan lejos, odio tenerte a mi lado y no querer ni mirarte, odio que me digas que me amas, odio no saber cuándo lo dices enserio, odio que me ames, odio que no me odies, odio amarte, odio no poder tener ni siquiera un sentimiento cercano al odio por ti, odio tener que decirte adiós, odio saber que no notarás mi ausencia, odio tener que soportar un mes más de tu presencia, odio que me vayas a extrañar, odio extrañarte, odiaría que lloraras cuando me fuera, odiaría que me buscaras, odiaría no volverte a ver.

Sin embargo...

domingo, 16 de mayo de 2010

Caminos alternos…

He terminado la preparatoria y estoy varada en una clase de limbo entre olvidar o permanecer en un lugar que me atará de por vida. Si quiero salir de aquí, ahora es el momento de correr. Pero tú, maldito seas tú que me miras para que me quede y la sonrisa inmolada en tu mirada cautiva a mis pies a no moverse. Propones olvidarme si me voy, por supuesto sabes que sólo así permaneceré a tu lado. Tanto que dejaría ir de mis memorias si cambio mis rumbos y curarían ciertas heridas que tan solo puntadas de distancia podrían cerrar; sin embargo el viaje ocasionaría nuevos dolores de tu fértil ausencia. Si me pides que me quede, quizás lo haga, tan sólo por quedarnos inmóviles en el inútil tiempo con una mirada, que me diga que tus brazos no me dejarán ir por algo más que un amor sutil, algo más que banal. Dime que cuando tu acorralado latido se precipita es por mis manos en tu rostro y mi oído en tu pecho, y que tu respiración agitada sobre mi pelo es por el reconfortante silencio en tu casa cuando estamos solos. Solo así desempacaría mi vida para irme, y ataría mis promesas a la tierra de la que siempre quise huir; luego tú.

Quedarme por ti sería lo más estúpido que pudiese hacer, pero si lo hago quizás ahora me creas cuando te diga que estoy enamorada y nunca dejé de estarlo…

jueves, 25 de marzo de 2010

Cenizas en Ticumán

Descendientes de cielos áridos, grises. Quietas palmeras condecendientes al silencio de las ramas rozando con el aire. Un viaje en carretera de colinas y cableados de luz; cálido el viento sobre el ventanal del automóvil advertiente de paz y rayos de luz acompañados de compases con el viento.
Naturalmente atravesamos colosales pastizales de soledad por caminos de la misma índole; nos cruzabamos con cuerpos marinos diminutos que bastaba con tan sólo atravesar un puente para perderlos de vista. Todo el trayecto vimos del cielo caer, a diferencia del agua, de una manera sutil y oscilatoria lluvia de cenizas, alrededor de los árboles y el negro asfalto.
Mi padre, cómo siempre, comenzó a contarme la historia del lugar; mencionó que cañaverales rodeaban la zona y que de ahí surgían las cenizas, pero no le creí.
Logré comprender lo que esta lluvia de carbón significaba, un montón de sueños destrozados que se escapan de las manos. Por que cuando uno más lo anhela, ese sueño es arrebatado por azares de la vida y jamás lo vuelve a encontrar. Son esos sueños, que ofuscados por los días llegan sólo restos a lugares tan desolados como Ticumán.

domingo, 21 de marzo de 2010

Con aires de Revolución

Eran las 6 de la mañana cuando tomamos el transporte colectivo hacia la capital. Llevaba puesta una playera con mi ídolo favorito en la parte frontal y un morral con la bandera bordada de un país liberado. Voy contemplando por el vidrio, las carreteras de mi ciudad, contemplando el sol madrugador que retumba en las colinas verdes de mi México. Al llegar a la ciudad, se sienten aires completamente diferentes, aires a gritos de súplica que son ignorados día con día.
Hemos llegado más temprano de la cita en el centro de la ciudad, y hemos decidido pasar a desayunar en un café bastante acogedor adyacente al lugar. Mi padre y mi abuela piden lo mismo, mientras que yo me conformo con un jugo de naranja, un pan ligeramente tostado inmerso en mantequilla y una alta dosis de café.
Observo a mi alrededor y me percato del tipo de gente que va entrando al café en donde mi abuela, mi papá y yo nos encontramos platicando sobre cine mexicano. Toda la multitud busca una respuesta, una esperanza de que el día de hoy tenga un nuevo significado en la historia de este país abandonado.
Llega la hora y caminamos por la avenida con el nombre del héroe del que hoy celebramos nacimiento. El color de mi país se va notando mientras más recorro estas calles, y el ambiente se va sintiendo con las fotos del Ché y de Zapata que tapizan en piso, o las banderas de liberación que se ondean por los aires y la música huasteca que habla de la siguiente revolución.
Mientras escucho las palabras quebradas de un pueblo enfurecido, de tanta injusticia, inseguridad, promesas rotas, esperanza muerta; puedo contemplar que las jacarandas encima de mí aún tienen sus ramas frondosas de ese follaje lila que tanto se aprecia en días soleados y que cuando caen tapizan las calles de un aroma tremendamente intenso y delicioso.
Quizas fue la mezcla de inconformidad, movilización, frustración y esas jacarandas, fue lo que me dio un poco de fe en que podría salvar a mi país. Con mi voz, ya se escuchaba con la ayuda de los demás que querían decir lo mismo, pero con miedo como yo a no ser escuchados.
Al fin encontré lo que vine a hacer, y que mi nacionalismo exacervado tenga un motivo y una destinación, junto a la lucha y la revolución.
De regreso a casa noté el anaranjado sol sobre las colinas, sabiendo que un día regresaría para quedarme.

jueves, 11 de marzo de 2010

Secreto a voces

Quién te ha dicho que me quiero ir de aqui?
Me tengo que ir, tengo que partir con tan sólo un morral lleno de memorias y pies cansados por el mundo, esas canciones vacías tan solo quedarán en los labios de un mudo, saboreando el sabor de sus dolores con ganas de sentir una felicidad siempre inconcebible, siempre tan inalcanzable por azares del destino.
No sé si regresaré, aunque extrañe el sabor de mi tierra y sus colores; aunque el camino me pida a gritos que de la vuelta, pensaré en ensordecer hasta no escuchar más sus súplicas. No tendré motivo ni razón para volver si tú no estás, por eso vete, que si regreso no pretendo encontrarte jamás.
Tengo un secreto, el secreto de una vacía vida sin ti, pero no me pesa; mas bien me libera, no tener que guardar ese secreto nunca más pue algún día esta historia llegará a tus manos; y yo ya a kilómetros de distancia, es ahi cuando no podrás preguntar ¿por qué?
Hoy me voy sin un adiós, pues eso me carrompería hasta quedarme hasta tu lado, hoy huyo como un ladrón de tus besos, pues he asaltado más de lo que me gustaría conservar; recuerdos.
Este día tengo uno de esos secretos que le pido al viento protega y sin embargo los lleva a tus manos, esos que inevitablemente se descubren.

domingo, 21 de febrero de 2010

???

¿Qué hacer cuando la corriente de mis versos van contra la marea?
Si las palabras se hunden en un intento por llegar a tus costas,
para decir lo inexpresable, la mitad de mis líneas se vencen en la inmensidad
te he prometido la eternidad en un silencio irrecuperable al fondo del mar.

viernes, 5 de febrero de 2010

Goodnight Boston, goodbye.

Era el último día en la ciudad; lugares nuevos que desconocían mis pies. No podía creer que el tiempo pasara tan repentino. Cansada de la compañía, salí de la habitación con tan solo un cigarro a la mano, ni siquiera reparé el en hecho de que mi vestimenta era compeltamente inapropiada para el clima que me esperaba fuera de las puertas del hotel.
Caminé hasta la zona de fumadores con un viento penetrante sobre el cuerpo, no recuerdo haber sentido frío más allá de unos cuantos minutos. Me senté, solitaria, en una banca a encender el tabaco, observando a la gente ir y venir; todos despidiendose, promesas quizas vacías de reencontrarse alguna vez. Abrazos que durarán impregnados en la memoria toda una vida, adioses infinitos y sonrisas inquebrantables.
Con la melodía de fondo, percaté mi reflejo en los mosaicos frente a mi; intenté entrar en su mente, por sus ojos. Fue tan complejo descifrar esa mirada perdida, tan acongojada de una vida muy vivida, de un alma cansada en cuerpo jóven y fresco. Fue difícil entender el nerviosismo en los dedos, la calumnia en una sonrisa, movimientos ajenos al cuerpo que yo creía poseer. Instantes después percaté que mi cigarro se había consumido por el tiempo; todo pareció recobrar la cordura.
Me puse de pie para notar que la vida seguía ahi, gente yendo y viniendo, yo me percaté más tranquila después de haber concluido con el vicio, la imagen de mi parecía menos ajena. Retomé la realidad olvidada y comencé a sentir frío, decidí que era tiempo de regresar al hotel, entrar a mi habitación y comenzar a empacar.

martes, 12 de enero de 2010

Anochece soledad

Me preguntabas que qué era lo que yo quería, no supe decirtelo con certeza pues en ese instante no tenía una idea; fue tan sólo anoche que interioricé entre las entrañas de un placer ajeno y lúgubre que aún no consigo.
No, no quiero esto que me ofreces, una soledad que carece de garantía. Cualquier instante invadido por ella y al siguiente se va, y tu regresas; no puedo simplemente manejar tal inestabilidad invisible que me acongoja siempre que mantengo la esperanza de que esta vez sí te quedarás. Prefiero acostumbrarme al lugar vacio que antes ocupabas.
Me has atado a tu paternidad recientemente inestable, abandonada, y un poco irreal; tus ámbitos fueron cambiando de rumbo y perdiste las palabras para mí, para él. Hablo, ahora que puedo, por mí cuando te miro con estos ojos que no quieren quedarse un instante más.
Tendrás miedo de que encuentre una libertad recomfortante lejos de ti y de esta retorcida situación, quizas lo haga; ya no puedo permitir que los años que me sobran sean consumidos por tu ambición de enmedar tardíamente los errores. Concentra, cómo lo has hecho estos últimos meses, esa energía en algo que quizas repare, ya no en mí.
Olvida que existí; en esta vida la pasión de mis logros logrará reflejar con ambición el empeño en tus errores, que yo repararé en mi propio esbozo.
Perdona que mentí, cuando dije que aqui estaría; yo incontablemente olvidé las veces que ese asiento vacío aparecía a mi lado.
Esto, ahora, es para tí mi deseo; el primero de mucho que pareces querer conceder; el último de ninguno que ahora quiero que jures. Las alas que me concebiste desde que te vi por primera vez, fluirán en el tiempo y las dejarás huir, con ellas no se llevarán rencores ni lástimas. Sólo una nueva oportunidad de comenzar de nuevo.
Sí, eso es lo que quiero; Libertad.