lunes, 14 de junio de 2010

Eras…

¿Recuerdas aquel día? Fue un 19 de octubre de hace dos años. Era una tarde lluviosa y nos dirigíamos a un concierto. Había pasado medio año lleno de disputas y tensiones entre las dos, así que el ambiente se sentía ciertamente tenso e inclusive incómodo; si no hubiera habido un individuo mediador, no sé cómo hubiera resultado la velada en general. Íbamos en el auto de tus padres, mi silencio era notable y vagamente te dirigía la mirada. Por fin llegamos y comenzaste a actuar como lo habías hecho unos meses atrás, como la confusión comenzó a surgir, pero estaba acostumbrada y ese día estaba decidida a ignorar por completo señales ajenas a la realidad. La noche transcurrió con una serie de eventos que no podía pasar por alto, que demostraban cierto afecto más que fraternal hacia mí. Cada detalle lo recordé con precisión durante los dos años siguientes.
Ese día nos enamoramos, pues cuando tomaste de mi mano bajo la lluvia mientras escuchábamos la descripción de nuestro amor en bocas ajenas, con ritmo de canción, ambas sabíamos que era nuestro momento. Un instante que atesoraríamos por el resto de nuestras vidas y que con tan sólo una palabra describiera la explosión que se sintió en mi pecho durante cuatro minutos. Fue hasta hace no más de una semana que aún atesoraba ese único recuerdo verídico, pues creo que fue lo único puro en una tan destructiva relación; ese instante, con luces rojas neón de fondo y los pies adormecidos, la lluvia en nuestras caras.
Todo ese recuerdo se borró un día también lluvioso, iba de camino a un mismo concierto, sola. Llegaría a encontrarme con alguien ajeno a la situación, esa noche tocarían el mismo repertorio que ese 19 de octubre. Fue entonces que empezaron las luces rojas, cerré los ojos con la esperanza de sentirte cerca; sin embargo sentía una tierna brisa sobre mis párpados y frío, mucho frío. Y con esa frase, que habíamos atesorado tanto tiempo, comenzó a llover. Lluvia que me llenó de cierta energía; calor, y con el reflejo de las luces la noche parecía un tanto mágica. Fue bastante liberador saber que no estabas, que por fin después de tanto tiempo de tortura podía mojarme sin sentir frío y sonreír con una canción que tanto tiempo me hizo llorar.

"Mi salvación, mi esperanza y mi fe"… Sí, eso eras para mí.

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