lunes, 21 de diciembre de 2009

Espera sólo un rato

Diez segundos se te puedan pasar volando sin siquiera notarlos. ¿Qué es tan sólo una porción de vida dada por hecho? Con reloj en mano, contando cada respiro, cada momento; alguna vez fijarse en la simpleza de una mirada, un roce, una caricia, un segundo, un momento.
¿Qué tiene el tiempo que lo hace tan importante? Si tan sólo pudieramos borrar el paso de la vida, estoy segura de que ni percatados estaríamos, tomando a la calma una sonrisa que ya hace falta que le demos el valor merecido, o disfrutando un amor olvidado por falta de inercia, de costumbre.
Si tan solo pudiesemos valorar diez segundos y no dejar la noche transcurrir sin haber volteado al cielo incansablemente para alcanzar sueños en las nubes. Y pensar en la vida, por más de mil horas y vivir mientras soñamos, soñar mientras vivimos sin que el sonido de una llegada ni un silbido nos detenga y que pueda ser la eternidad entre los dedos jóvenes de esperanza.
Caminar entre lo inalcanzable, llegar cuando sea necesario y partir sin que nos detengan; entrar y salir de las vidas, como transeuntes por senderos de desamparadas almas rutinadas y sin pasión.
Que los segundos parezcan vidas, y que la vida se mida en respiros; pero que cada respido carezca de la cronometración de la rutina, ni que los sueños solo merezcan de la noche, si no que la noche persiga el anhelo hasta el amanecer.
Y que el desengaño de la vida, no nos atormente, pues cuando tenga que llegar, llegará; pero no habremos esperado en vano la llegada de un día irreparable y sin igual.
¿Qué son tan sólo diez segundos?

viernes, 18 de diciembre de 2009

'Cause she's moved on when I'm still grieving

Una noche fría en las fechas decembrinas aromatizadas de fiesta y celebración. Una noche, sin ti. Se supone que hoy saldría, para dejar de pensar, dejar de sentir y que el frio no me diera otra opción más que morir. Morir soñando que te vi, que te tuve alguna vez dentro de estas pupilas dilatadas y con los brazos teñidos de añoro.
Arropada entre sueños e ilusiones no me es suficiente cubrir la desesperanaza que el frio eriza en mi piel; y tu, de seguro en la cara tienes descrita entre gestos y muecas la calma que él te ha concedido por un momento u otro ya no estas sola. Él te tiene, y tu soledad quedó quebrantada entre mis manos que hieren de desamparo, tendidas en el aire contra el viento que las atañe hacia un mejor destino.
Esta noche me he asomado entre barrotes que me aislan de la realidad para descubrir lo nublado en las alturas y descubrir que jamás existió aquello que llamabamos verdad; en ti postre mis apuestas y perdí. Ya no tengo la cuenta de lo que te di y mucho menos de lo que sobró; tan sólo estoy varada con el aire helado entre el cabello, para sentir tu ausencia y acostumbrarme a ella.
Te dejé y no me arrepiento de ello, tan solo no puedo creer que a la ceguera de tus años no notaras el desgaste ocasionado por mentiras y deslices,
Esta noche estoy sola, añorando morir entre la brisa de un invierno que me recuerda a ti.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Despertando a la vida

Despertó sin memoria alguna, en una habitación ajena, una tarde oscura. El silencio retumbaba en las paredes que hasta ensordecía, se encontraba sola y parecía tan perdida. Caminó con los pies descalzos y el alma en pedazos hasta un rincón de la solitaria alcoba; tocaba todo con un misterio en la mirada que ni ella podía descifrar. Sentía un tremendo desconcierto que electrizaba su cuerpo hasta la desesperación que corrompía en un llanto sordo. No recordaba su nombre ni su rostro, sentía la tremenda duda carcomiendo sus miles de preguntas, no lograba concentrarse, era tan solo una figura sin rostro, sin identidad.

Decidió tomar una bata blanca colgada en el rincón de un armario olvidado y salir a caminar, quizás el reflejo de si lo encontraría arrumbado en las calles del misterioso aire campirano. La nieve en sus mejillas no parecía causarle sensación alguna más que incertidumbre. Ya sus amoratados e insensibles labios parecían corromper ante el temblor por el viento, una reacción humana ante la baja temperatura que parecía envolver la ciudad esa tarde. Descalza y sin sentidos siguió su camino sin rumbo, observando el hielo, contemplando lo absurdo. Caminaba y caminaba y no miraba atrás quizás por miedo o quizás seguridad.

Al rincón de la aparente taciturna ciudad se alcanzaban a percibir personas entre las casas, tétricamente todos en atuendos fúnebres y apacibles, todos encubiertos en el polvo blanco del frío. Ella se acercó con apatía y pasos trémulos, quizás con miedo; no lo sabía. Seguía muy perdida para comenzar a describir sentimientos. Entre la distraída multitud que parecía acorralar un edificio blanco, como todo en aquel lugar; caminó entre los fúnebres sollozos y lágrimas de papel hacia dentro de aquel lugar, quizás allá el frio no sería tan culminante.

Los pies desnudos lograron disfrutar de la calidez de la crujiente madera en la habitación y los pasos marchados sobre ella a través de los años se escuchaban como un estruendo desde los cimientos de un edificio con historia. Ella siguió caminando recorriendo la habitación, percatando la indiferencia de la gente hacia su extraña vestimenta, sin embargo, no le tomo importancia alguna; su prioridad era encontrarse.

Un sentimiento árido inundaba la habitación acaudalada, en plena actitud de cortejo un grupo de personas sollozantes se reunía a recordar, resumir, y superar. Entre cálidos pésames y vistazos al pasado, ella se confundía aún más; temía que en aquel lugar la llegasen a conmocionar más de las emociones que pudiese manejar, tan sólo dio un paso, luego dos, luego tres y por inercia siguió caminando hacía donde podría encontrar una respuesta, quizás una cara familiar; un reflejo de las memorias perdidas esa culminante mañana friolenta.

De un instante a otro, solo había nieve; y ella con el viento helado en la cara, las manos entumidas, el corazón destrozado, la bata tirada y los sueños robados se asomó a una caja de madera para encontrarse en el reflejo de un ataúd vacío; para descubrir que era ese repentino dolor en el pecho.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Qué es para nosotros los vivos
la muerte en vida? Más que dormir
durante el día, morir de noche;
callar al alma, teniendo mil cosas que decir.
Anclar una sonrisa en el olvido inevitable
olvidar el desvelo de las alegrías
tender sobre el miedo las ganas
amar odiando al amado imperdonable.
¿Qué es para los que caminamos sin rumbo
por un camino árido y rotundo,
entre raíces y rasguños
el arranque del mundo físico, directo al eterno de los sueños?
Un viaje inconcluso, una lágrima más,
un cuerpo tendido en el lecho de lo incierto
un grito ahogado, de un dolor mudo
morir en vida sin siquiera haberlo notado.
Para nosotros qué será caminar en lo incierto
de la penuria que se alimenta de ilusiones
Perder algo ganado, odiar algo amado;
¿Cómo quitar el miedo sin saber a lo que temes?
Tú, ¿cómo sonríes en una noche sin luna?
con la mirada perdida, sin algún sentir
el dolor quemado del alma
andar por la vida pretendiendo morir.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Preguntame

Si tan sólo pudiera regresar, ¿Qué cambiaría?
Me dedicaría a no desperdiciar ni una sola palabra para ti, no sé que pasó que comencé a callar cosas que no debía. Si el tiempo me hubiera dado oportunidad me hubiera escapado, de cadenas a las que yo misma me até, y te hubiera dedicado cada suspiro de la eternidad que algún día yo prometí.
Si tan sólo hubiera visto, lo que veo ahora; no creo que hubiera sido capaz de desperdiciar ni un solo segundo soñando a tu lado.
¿Qué cambiaría? me preguntó ahora que escucho una vieja canción que me recuerda lo miserable que se ve la vida desde que tú no estás. De esas que te impregnan un sentimiento de culpa en la garganta, uno que últimamente ya no me ha estado dejando respirar.
Todo, lo cambiaría todo para que no tener que cambiar nada. Qué más da si tengo que renunciar a lo demás para caminar por el sendero polvoriento de un ayer? No hay nada más que perder, más que el aliento por tenerte entre la sed de mis labios y la inconciencia de mis sueños.

Si me preguntas que cambiaría, no importa ya... pues tan sólo es un anhelo que atraviesa las heridas abismales del remordimiento; mientras observó la humeda noche para recordar que no podré regresar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cielo de color

Se nos viene el cielo encima por despistados. Nos quedamos dormidos sobre un manto verde lleno de rocío matutino, con esos bichitos molestos que se suben por tu pantalón, y nos hizo falta percatarnos que a pesar de lo bien que encajaba mi cabeza en tu hombro, el tiempo pasaba y pasaba. Quedamos cegados por el color que reflejaba en las nubes, un color que venía de no sé donde para alegrarnos el día. Se nos vino el tiempo encima viendo las nubes ir y venir en miles formas y colores; cada uno las vio como quizo, sin embargo ambos juntos. Jamás pense que se sentiría tan bien no hacer nada, simplemente debes no hacerlo con la persona indicada. Se nos viene el cielo encima y los dos hipnotizados por el color, quizas no lo hubieramos notado si no juntos. Por eso te adoro, por ser el mejor y el único!