jueves, 24 de junio de 2010

Rumbos nuevos

Es extraño escribir para nadie, saber que las sólo son palabras que no saldrán de otras bocas que no sean la mía. Sin embargo, qué otro sentido tiene el escribir si no es para uno mismo? Poca es la necesidad que tengo de que la gente se entere por medios ajenos a mí de lo que siento. Sin embargo sigo publicando mis delirios en páginas públicas esperando recibir un elogio falso.
Creo que es hora de regresar a mis costumbres de escribir lejos de un posible público y que mis sentimientos sigan siendo míos y de nadie más. Quizás abandone esta página por un buen tiempo igual como hice con todas las demás que me consumían. He estado en un estado vegetativo desde que conocí este mundo tan irreal y me he alejado de todo lo que amo ser, hacer y estar. La realidad no puede ser tan mala si alguna vez la viví con tanta euforia.
Esto es un adiós, no sé que tanto duré; mañana mismo podría arrepentirme y regresar a esta adicción. Pero confío en mi voluntad y sé que estos rumbos estarán abandonados hasta nuevo aviso.

Tomo un lápiz y papel y me dirijo a seguir escribiendo a solas.

lunes, 21 de junio de 2010

En qué momento pasó, que me cautivaste?

¿Cómo le hiciste? Que después de años de tener una coraza impenetrable de orgullo llegaste a tocar mi corazón, para hechizarlo de una manera que pocos han hecho. El revoloteo ha regresado después de haber emigrado de un largo, largo invierno dentro de mí. De un día a otro todo el miedo que me habitaba desvaneció en una brisa de esperanza, que me sacó a brote una sonrisa que llevaba oculta día tras día hasta que te encontré; Y el frío que me ocasionaba la soledad, se fue aclimatando con tu presencia.
Cada detalle junto a ti, cada recuerdo, cada sonrisa, despertar con tu recuerdo, dormir abrazada de tu mirada, sentir tus brazos a la distancia, todo me ha llevado a vivir como nunca lo había hecho, viviendo la locura que este amor tanto me provoca. Una locura que me hace sentir que vivo los días que tanto añoré pero que tanto temí que nunca llegarían; al fin tus besos me los han traído esperando que nunca se acaben.
Me duele pensar que inevitablemente tendrán un destino fatal, pero prefiero sentir esto que me enciende unos días más a no haberlo sentido nunca. Si algún día te veo de nuevo, el intento habrá quedad implícito, pues valor nunca nos falto para pasar estos últimos días juntas. Si alguna vez vuelves a mirarme a los ojos, podrás ver que en realidad aliviaste mi alma y una nueva oportunidad de ver el mundo con diferentes ojos me otorgaste para el resto de mi vida.
Por esto y más, aunque desaparezca de tus rumbos, quiero que sepas que por ti reviví; de aquella muerte en vida a la que se llega por falta de amor. Consciente serás de mi mirada fiel cuando te diga estas palabras, consciente estarás del giro que aplicó radicalidad a mi vida, para sonreír de nuevo para amar una vez más.

lunes, 14 de junio de 2010

Eras…

¿Recuerdas aquel día? Fue un 19 de octubre de hace dos años. Era una tarde lluviosa y nos dirigíamos a un concierto. Había pasado medio año lleno de disputas y tensiones entre las dos, así que el ambiente se sentía ciertamente tenso e inclusive incómodo; si no hubiera habido un individuo mediador, no sé cómo hubiera resultado la velada en general. Íbamos en el auto de tus padres, mi silencio era notable y vagamente te dirigía la mirada. Por fin llegamos y comenzaste a actuar como lo habías hecho unos meses atrás, como la confusión comenzó a surgir, pero estaba acostumbrada y ese día estaba decidida a ignorar por completo señales ajenas a la realidad. La noche transcurrió con una serie de eventos que no podía pasar por alto, que demostraban cierto afecto más que fraternal hacia mí. Cada detalle lo recordé con precisión durante los dos años siguientes.
Ese día nos enamoramos, pues cuando tomaste de mi mano bajo la lluvia mientras escuchábamos la descripción de nuestro amor en bocas ajenas, con ritmo de canción, ambas sabíamos que era nuestro momento. Un instante que atesoraríamos por el resto de nuestras vidas y que con tan sólo una palabra describiera la explosión que se sintió en mi pecho durante cuatro minutos. Fue hasta hace no más de una semana que aún atesoraba ese único recuerdo verídico, pues creo que fue lo único puro en una tan destructiva relación; ese instante, con luces rojas neón de fondo y los pies adormecidos, la lluvia en nuestras caras.
Todo ese recuerdo se borró un día también lluvioso, iba de camino a un mismo concierto, sola. Llegaría a encontrarme con alguien ajeno a la situación, esa noche tocarían el mismo repertorio que ese 19 de octubre. Fue entonces que empezaron las luces rojas, cerré los ojos con la esperanza de sentirte cerca; sin embargo sentía una tierna brisa sobre mis párpados y frío, mucho frío. Y con esa frase, que habíamos atesorado tanto tiempo, comenzó a llover. Lluvia que me llenó de cierta energía; calor, y con el reflejo de las luces la noche parecía un tanto mágica. Fue bastante liberador saber que no estabas, que por fin después de tanto tiempo de tortura podía mojarme sin sentir frío y sonreír con una canción que tanto tiempo me hizo llorar.

"Mi salvación, mi esperanza y mi fe"… Sí, eso eras para mí.

domingo, 6 de junio de 2010

Me espera algo mejor…

Al fin, después de esperar un año, cuatro meses y veinticinco días comprendí. La respuesta siempre estuvo tan presente como tú, pero quizás no quería verla por lo cegada que me tenía tu tierna sonrisa y tus profundos ojos, siempre culpándome a mí misma de lo sucedido. No lograba comprender como el amor que te tenía no era lo suficientemente fuerte para que te quedaras a mi lado, -¿Qué más le puedo dar?- me preguntaba una y otra vez hasta que mi cabeza daba vueltas interminablemente en un estado de locura. Parecía que nunca era suficiente y yo te seguía ofreciendo mi vida entera para que te quedaras, sin embargo, siempre había influencia de terceros que tomabas como excusa para dejarme esperar un poco más, siempre era tan sólo un poco más. Así pasaron los meses a tu lado sin tenerte, pensando en que más pude haber hecho para que fueras feliz; nunca encontré la respuesta claro está. Después pasaron sucesos que prefiero enterrar en lo más recóndito de mi memoria, pues aún así duelen demasiado; pero a pesar de que las heridas fueron curando periódicamente y cada vez en mayor magnitud, siempre existió la duda en mí. Jamás dejé de preguntarme por qué lo nuestro no sucedió como lo tenía en mente, por qué nunca viajamos juntas a la cuidad prometida en donde las estrellas parecieran eternas, por qué nuestro amor nunca fue eterno como juramos infinidad de veces; no lo entendía.
Pero por fin, hoy en una catarsis que intento llevar acabo de dos años para acá, he visto detalles que no parecían tan obvios en esos recuerdos maravillosos, sí, probablemente sólo recordaba lo bueno de nuestra corta pero increíblemente significativa relación. Detalles que me daban señales de que algo iba mal y no precisamente por mi culpa ni la tuya; sencillamente así siempre has actuado y me temo que no cambiarás, ilusa yo pensar que por mí lo intentarías.

Hoy descubrí un mundo entero de respuestas, tan añoradas en este tiempo de incertidumbre. No te necesito, creo innecesaria la dependencia que te tenía, ¿cómo pude estar encadenada a alguien que tiene suficientes ataduras por sí misma? No hubiera podido huir contigo, pues estar atada a tu familia y tu ciudad; ni hubiese podido hacer un sinfín de cosas ilegales por tu miedo al castigo; sin hablar de las cosas inconscientes que uno hace como adolescente de las que me hubiera perdido por cuidar de ti. Siempre me he dicho ser una persona libre, pues he vivido como muchos nunca lo harán. En cambio tú que te has entregado fielmente al seguir correctamente todo lo que te ordenan, me hubieras robado involuntariamente ese aire que me lleva a querer experimentar, sin embargo ambas sabíamos que hubiera renunciado a todo eso por ti y tu rutina. Tanto tiempo pensé que eras el amor que me duraría toda la vida; pero sin ti la vida se convierte ahora en mi gran amor. Ahora entiendo por qué la eternidad no sirve para nosotras, porque el destino tiene algo mucho más grande para mí que esta ciudad y que tú.